
Este texto parte de la necesidad de definir los conceptos de “clínica” y “salud” de manera coherente con la práctica psicológica. Para ello, se retoma inicialmente su definición médica como punto de partida, con el fin de avanzar hacia una conceptualización más adecuada dentro de un enfoque humanista que brinde integralidad a la intervención del profesional de la salud mental. El objetivo es proponer nuevas formas de concebir la intervención psicológica en el ámbito clínico, buscando dar mayor uniformidad a sus distintos enfoques y metodologías. Asimismo, se enfatiza la importancia de reconocer la individualidad de cada persona en el proceso terapéutico, así como la necesidad de que tanto el terapeuta como el consultante asuman un papel activo y responsable en dicho proceso.
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